Muchnik
Lenguaje, conocimiento y poesía (1)
José Muchnik
Poeta y antropólogo.
Introducción
Lenguajes fruto de una construcción histórica y a su vez argamasa esencial de la historia. Sin lenguajes no hubieran sido posibles leyes, ni códigos, ni hombres viviendo en sociedad. En su comienzo, lenguajes de manos y gestos acompañando voces que devienen palabras cuando los grupos humanos le acuerdan un sentido común a las mismas. Luego, casi ayer, la escritura, sobre tablas de arcilla, piedras o pergaminos, los hombres trasmitiendo huellas y saberes. Hoy, Google, Twitter, Facebook… revolucionando los soportes tecnológicos de la comunicación, alterando nuestra percepción del tiempo y del espacio. No tenemos la distancia necesaria para percibir en toda su magnitud las líneas de fractura que estamos atravesando, que nos atraviesan, Historia podrá describir mañana estos tiempos densos, filosos, quebrados, los tiempos de cambios radicales que estamos viviendo mas que no podemos aprehender pues en ellos estamos nadando. Como ratones en temblores de tierra los poetas sentimos vibraciones del lenguaje anunciando sismos de mayor magnitud. Interrogarse sobre la esencia del lenguaje, sobre el sentido común que le dan los hombres a las palabras para comunicarse entre ellos, sobre el valor de la poesía para renovar sentidos y sonidos de las palabras, tal vez sea tan importante como los equilibrios presupuestarios o las curvas de crecimiento para una humanidad que se busca a sí misma en estos comienzos del tercer milenio.
Contraindicación: si su expectativa se inclina hacia un análisis semiológico, abstenerse de la lectura de las líneas que siguen. Transmitiremos simplemente algunas sensaciones, percepciones sensibles de la caída de palabras sobre la piel de lenguajes en movimiento
[1] Texto basado en la ponencia presentada en la mesa redonda: “Lenguaje poético en contexto de crisis”, realizada en la embajada de la República Argentina en Francia el 23 de Octubre 2012 y presidida por el Señor embajador Aldo Ferrer, en ocasión de la presentación del libro “Travesías poéticas: poetas argentinos de hoy” (ed. L’Harmattan Francia)
2 Efecto “trompe l’oeil” (literalmente: engaña ojo): la inversión del sentido
Como con los viejos negativos de fotos, que podíamos apreciar cambiando de lugar los claros y los obscuros, podemos comprender las formulaciones del lenguaje que crecen en los suelos fértiles de las crisis e incertidumbres actuales. Una expresión que me resulta ejemplar en este sentido es la « globalización » o « mundialización», no entrar en ella se ha vuelto sinónimo de quedarse al margen del mundo y su evolución. Es cierto que por un lado las nuevas tecnologías informáticas, de comunicación, de gestión, de transporte y de logística, han permitido cambios geo-económicos fundamentales a escala planetaria. Pero si nos detenemos un poco y analizamos los procesos en curso constatamos que esta expresión oculta los fenómenos contrarios, es decir los procesos de fragmentación social, económicos y políticos que tienen tendencia a acentuarse en todas las latitudes. Empobrecimiento y polarización de ingresos, tendencia creciente a los separatismos regionales, crisis de las grandes urbes con desarrollo de “no mans land” al interior de las mismas, barreras crecientes a la circulación de personas… “Fragmentación” parecería designar mejor la tendencia predominante en este mundo y si nos permiten un neologismo podríamos hablar de “fraglobisation” para expresar la complejidad del proceso que estamos viviendo.
El mismo fenómeno de inversión de sentidos podemos observar con otras expresiones en voga, como el “desarrollo sostenible”, “développement durable” en francés. La palabra “sostenible” ha sido cargada de un fuerte valor simbólico asociada a fórmulas muy diversas: “políticas sostenibles”, “tecnologías sostenibles”, “futuro sostenible”… Cuando en realidad las guerras in crescendo, las crisis financieras, la crisis climática y del medioambiente parecerían indicar que todo se hace cada vez más inestable, más insostenible. Se diría que el hombre conserva su pensamiento mágico y como los antiguos indígenas de América (cuando aún no se llamaba América) corren en derredor del fuego pronunciando sus deseos para conjurar males o peligros. Claman “transparencia de mercados” cuando más opacos se hacen, “seguridad alimentaria” cuando comer deviene un acto cada vez más inseguro…
3 ¿Expulsar la poesía de la ciudad?
La interrogación no es nueva, Platón en su libro “República” ya planteaba la expulsión de los poetas de la ciudad ideal, pues los poetas relataban con un lenguaje encantador las guerras entre los Dioses, los tormentos del infierno, las debilidades de los héroes… relatos que, según el gran filósofo, no servían para educar a los ciudadanos, sino lo contrario, contribuían a la corrupción de sus almas.
Definir qué es el lenguaje poético será siempre una aproximación, pues la poesía misma es una aproximación, un intento de traducir emociones en palabras, como lo expresa Arthur Rimbaud: “poesía fijar vértigos”. La esencia de la poesía es encontrar las palabras y los silencios, los sonidos y los ritmos, para transmitir la emoción de una hoja que tiembla, tratar al mismo tiempo de condensar el lenguaje y de hacerlo estallar, como una gota de perfume cayendo sobre la superficie de las palabras, produciendo ondas y fragancias inesperadas. Por eso la poesía molesta, por eso el lenguaje poético se ve excluido del lenguaje político, económico, científico…
“Con sus cálculos desolados / sabios economistas tejen / los hilos de la medida / las sombras buscan / el precio de la luz / un sol estupefacto / ante el medidor de tibieza […] Los brujos contemporáneos / insisten con sus razones / Matemáticos modelos / Transparentes mercados / Curvas alisadas a fuerza de suponer / la ecuación de las tripas / para despejar los deseos” […]
“Si olvidamos / Billetes de próceres manoseados / Chequeras con firmas firuletes / o electrónicas cartas / abracadabra yastalaplata / Si inventamos / Un oro nuevo / Un oro sin pecado concebido / Un oro no duro / no eterno / no brillante / Un oro simple / para soportar codicias / Un oro bueno / para calmar llagas / Un oro sabio / para sosegar odios / Si el oro cambia de ropaje/ Si las formas se sublevan / ¿Caerán desnudos los contenidos? / ¿Podrán entonces los bancos / preguntar por sus funciones?” […]
“Empresas privatizar / Empleados públicos despedir / Salarios congelar / Universidades derretir / Egoísmos enarbolar / Y van clavando fórmulas o banderillas / en el testuz de la pobre gente / que corre espantada buscando la salida / ¡OLE ! / Embisten rojas promesas / muy hidalgos en su pase / los Monetarios Toreros / del Internacional Fondo / ¡OLE! / Los pulgares señalan hacia abajo / ¡OLE! / Las miradas imploran un último vuelo / ¡OLE! / Los sapos ajustadores agitan su bravura / furiosos los toreros / que gustan de pobres bravíos / ¡OLE! / ¡Vibran las arenas! / ¡OLE! / Las orejas caen seccionadas / ¡OLE! ¡OLE! ... / Los discursos limpian la sangre / Las ecuaciones coinciden / Los sapos ajustadores / se felicitan optimistas / Sin sospechar siquiera / que detrás del cinco / se ocultan manos tendidas / y detrás del nueve / dos niñas miran desde la colina / las luces y el humo / de ciudades como ruedos”[1]
Molesta, decididamente la poesía molesta, sobre todo cuando se mezcla con lo cotidiano, cuando inyecta sangre y pulsaciones en mensajes que al adquirir vida pueden resultar peligrosos, pueden revelar lo “no dicho”. Para hablar de cosas que queman, enfriar el lenguaje, deshidratarlo. Lo comprobamos en situaciones extremas como en los centros de tortura de la última dictadura en Argentina (1976-1983), no eran “centros de tortura” eran “chupaderos”, “pozos”, no había “salas de tortura”, había “quirófanos”, “salas de máquina”, no se hacía “desaparecer” a los secuestrados se los “trasladaba”… Lo comprobamos en el lenguaje de todos los días, en los esfuerzos por neutralizarlo, extraerle las partículas emotivas. “Sin domicilio fijo”, a fuerza de repetir la expresión se va esfumando la imagen, fijo o no fijo el problema de millones de personas en el contexto de crisis actual es la pérdida de la casa, de un techo, deambulando en el metro de Paris o Madrid, en las calles de Calcuta o Rio de Janeiro, estacionados en un parking en Dublin o Filadelfia… De a poco “sin domicilio fijo” es reemplazada por SDF, las siglas enfrían aún más la denominación de un fenómeno social en expansión y al mismo tiempo contribuyen a no sentirlo, a no pensarlo.
Poesía, sé bella, noble y cállate, no te mezcles de las cosas banales, marginalizada de las editoriales, de la prensa escrita, televisiva, seducida por poetas que la confinan en torres de marfil, Poesía se va replegando, pero es testaruda y vuelve, vuelve a golpear a las puertas de la ciudad, en forma de slam, twitters, lecturas “underground”. A lo largo de la historia Poesía resonó siempre en diapasón con las evoluciones / revoluciones del lenguaje, que a su vez resonaban con las evoluciones / revoluciones de la sociedad. Lo fue así desde los poemas épicos helénicos, hasta el modernismo o el simbolismo ruso de comienzos del siglo XX o el surrealismo francés hasta mediados del siglo pasado. Miles de personas asistían a los recitales de Maiakovski en Moscú, de André Breton en París o de Neruda en Santiago de Chile o Buenos Aires. No se trata de una cuestión de temática, de “poesía social”, sino de la sinergia entre el aliento del lenguaje y el aliento social, el contexto de crisis actual se refleja también en la crisis del lenguaje y la poesía tal vez tenga algunas palabras que decir al respecto.
4 Crisis, poesía y conocimiento
Puesto que de palabras y significados estamos tratando, precisemos que la krinein griega, se refiere a las situaciones decisivas, era el término utilizado por la medicina hipocrática para designar los momentos intensos en que la enfermedad juzgaba al cuerpo enfermo, crisis que podía conducir al “renacimiento” o a la muerte. Tratar de enfrentar las crisis es indisociable de la capacidad crítica, de la capacidad a evaluar / interpretar / diagnosticar. Para ello es necesario describir los fenómenos observados, construir un conocimiento de las causas que originan los estados críticos.
¿Puede contribuir la poesía al conocimiento de los hombres y de las sociedades humanas? ¿Puede la poesía contribuir al conocimiento de las crisis que atravesamos? Para intentar una respuesta precisemos en primer lugar que la experiencia poética no es sólo literaria, concierne la vida en todas sus dimensiones. La poesía, condensación ritmada del lenguaje, existe mucho antes que la escritura. La poesía también fue una herramienta de memorización, que ha permitido la transmisión oral de mitos, ritos, saberes y conocimientos, en los cantos que han acompañado la labor de los agricultores o de los herreros, en las fórmulas mágicas para curar enfermedades, convocar a los dioses o acompañar a los muertos en su misterioso viaje.
La crisis actual replantea de manera fundamental las relaciones del hombre con la naturaleza y con los otros hombres. Árboles, ¿Cómo conocer los árboles? ¿Tejidos leñosos? ¿Soportes de fotosíntesis?, poned la mano sobre la corteza de un sauce, de un roble, de un algarrobo, mirad la copa acostado a sus pies, decidme luego ¿qué es un árbol? Cómo conocer la tierra, plantas, piedras, mares, abejas, pumas, delfines… ¿Cómo comprender las relaciones del hombre con la naturaleza y con sus semejantes si separamos las explicaciones científicas de las percepciones poéticas del mundo y de los seres que lo habitan? Mientras escribo estas líneas escucho en la radio (France info 10 de octubre 2012) una entrevista a Fabrice Luchini sobre su última película “La maison”, que aborda, entre otros, el tema de la creación literaria: “un film sobre la creación, podríamos pensar en principio que se trata de un film aburrido… pero no […] la poesía, Rimbaud ou Céline informan mucho más lo real que el ministro de Economía o de Industria”.
Termina la entrevista con Luchini, me acuerdo del libro de Roberto Juarroz “Poesía y realidad”, me acerco a la biblioteca, encuentro la versión francesa, comienzo a hojearla… “Lo que podríamos llamar el principio de realidad no puede ser captado por una sola de las capacidades, facultades o aptitudes del hombre, sino por su conjugación unitaria y unificadora que es mucho más que su suma pura y simple. Creo que sucede lo mismo en poesía. En nuestra época una de las más altas perspectivas del espíritu es la recomposición o la recuperación de la unidad del hombre a través de la poesía. Desde este punto de vista, pensar y sentir son una sola y misma cosa, como la inteligencia y el amor, la acción y la contemplación. […] El destino del poeta moderno es reunir el pensamiento, la imaginación, el amor, la creación. […] Porque la poesía es el mayor realismo posible, en su tentativa de unir al hombre dividido y fracturado, fundando los elementos dispersos en un todo”[2]
Tal vez no sería exagerado afirmar que para entender la crisis y resolver las urgencias sociales, económicas, medioambientales, habría que aceptar que hay también un estado de urgencia poética, los nuevos paradigmas de sociedad, las nuevas formas de producción, de intercambio, de gestión de los recursos naturales, de urbanización, de… no saldrán repentina y únicamente de la investigación científica como del muslo de Júpiter. Sin duda que necesitamos nuevos saberes, pero sobre todo necesitamos un saber nuevo, un saber de una nueva calidad, un saber basado sobre un principio de unificación de las diversas formas de conocimiento, de las diversas experiencias del mundo, la experiencia poética es un componente esencial de este proceso, que vuelvan Poesía y poetas a la ciudad real, la ciudad ideal no existe.
JM
20 de Octubre 2012.
[1] Extraído de “Proposición poética para anular la deuda externa”, José Muchnik, L’Harmattan 1993.
[2] Roberto Juarroz, 1987, “Poésie et réalité”, pp 19, 20, ed. Lettres Vives, France.